A México le abandonó la suerte (y el fútbol, por momentos) en Las Vegas. Estados Unidos recuperó el cetro, el dominio y la paternidad. Ligó victorias consecutivas oficiales contra el Tricolor, como en la década de los 2000, y es el campeón vigente de Concacaf en sus dos frentes de selecciones nacionales. Segunda victoria en Copa Oro ante México, 14 años después, y nuevo batacazo en tiempo extra, como hace dos meses en Denver; una fea costumbre. Sonó al final Paradise, como la ciudad que coronó al ‘equipo C’ de Berhalter, vaya varapola, y Born in the USA, soundtrack de una nueva era. El cuánto dure depende de la gestión de Berhalter y de los ánimos de revancha de Martino y sus jugadores.
Williamson, con un tiro machucado contra el césped, destapó el partido ya rodeado por un exceso de decibeles, humo, calor y pasión. Un estadio pletórico, como los de antes, como los que solo nos quedaban en recuerdos. Ni la pandemia cabía en el Allegiant. Impulsada por el interminable fervor de su feligresía, fiel a pesar de confinamientos y debacles, la Selección Mexicana agujeró las mallas protectoras de Williamson y Lletget, con Héctor Herrera y Orbelín Pineda gozando como niños traviesos. La algarabía se volvió indignación, cuando ‘Tecatito’ hundió el pie derecho y la pelota se elevó hasta pegar en la axila de Bello. Un árbitro más minucioso habría dudado, al menos. Uno más omiso habría hecho caso inmediato del estruendoso referéndum a favor del penalti. A la negativa pronto se la llevó la ola que recorrió cinco veces las gradas del Allegiant, antes del furioso cabezazo de Funes Mori que postuló a Turner a la ‘Atajada del Año’.
A pesar de recibir de espaldas en el medio campo, Herrera, ‘Tecatito’ y Orbelín siempre actuaron con debida ductilidad para limpiar espacios; por los flancos, Rodríguez y Gallardo ofrecían permanentes superioridades. Desde ese statu quo, México dominó a placer los primeros 25 minutos hasta que Edson Álvarez soltó el balón en zona roja; Talavera se encomendó a la sangre mexicana que recorre las venas de Paul Arriola y a los dioses de los casinos. Cuando termine el partido, el guardameta debería probar suerte en las máquinas del Mandalay Bay. Por si las dudas
El intento de chilena de Funes Mori resultó una secuencia de malabarismo; Turner evitó que se convirtiera en un gol para las centurias. Después de la jugada, bajo sospecha de offiside, el partido se volvió una práctica de tiro para Rogelio Funes Mori. Primero, el ariete despejó una pelota que Gallardo acarreó en una escapada por el desierto; después, por el perfil contrario, impactó con el borde interno y Turner logró contener con las piernas bien plantadas sobre el césped. Estados Unidos terminó el primer tiempo en estado de emergencia. Solo Turner y Arriola giraban la ruleta mientras sus compañeros perseguían a los tigres de Mike Tyson.
El descanso no alivió la resaca del ‘Team USA’. Las ocasiones se sucedieron en una tragicómica seguidilla. Héctor Herrera pretendió imitar a los bailarines áereos del Cirque du Soleil que suelen presentarse en el Mirage, antes de que Orbelín, con tiempo suficiente para pensar su siguiente movimiento sobre la mesa de póker, optó por tirar el mazo hacia la publicidad estática. El colmo fue cuando Orbelín disparó con la espinilla uno de los tiros más sencillos de su trayectoria. En la ciudad que gobiernan la suerte, la puntería y el azar, todas habían abandonado a la Selección. Sin Moreno para arreglar averías (lesionado al final del primer tiempo), los once de Martino perdieron el control y confianza en su fortuna y los de Berhalter creyeron. La bandera de Walter López perdonó a Zardes del ostracismo, pero el partido ya había cambiado.
Los milagros se multiplicaron en el área de Talavera. Los jugadores de Berhalter no dejaron de crecer y los mexicanos se perdieron en los casinos. Se le encontró a Salcedo en la mesa de póker, endeudado hasta el cuello (y rechazado por sus seguidores), cuando para colmo Hoppe le arrebató las últimas fichas que tenía. Talavera desfalcaría a un casino esta noche, insistimos. Después Arriola proyectó desde la derecha, Zardes abanicó, Hoppe cambió la trayectoria y Álvarez, en misión sacrificio, salvó a México. El asedio se hizo insostenible cuando Acosta y Lletget apresaron a Edson y Jonathan. Acosta soltó la bomba al área, Zardes se arrojó a su encuentro, sin suerte (para variar) y Arriola entró a las redes, sin premio. Talavera, reflejos felinos, los brazos bien fuertes por delante, demostró que la suerte no surge, se busca. Arriola terminó con las costillas contra el poste transversal que sostiene la portería en la parte trasera. Una carambola Pizarro-Funes Mori devolvió a México del coma etílico. A tiempo para la prórroga. Porque nada en esta ciudad termina de día.
A Funes Mori bien le valdría que el mote que describe a la amnesia conveniente que generan las frenéticas visitas a Las Vegas apliquen para sí mismo. Que sus fallas se queden aquí. Su tiro en forma de globo terminó en las redes superiores de Turner, pero las sospechas en torno a él sobrevivieron a la señal de offside y a ese ansia de olvidar lo que sucede aquí. Lo cierto es que el primer tiempo extra se asemejó a los 45′ iniciales, una buena noticia para Martino, una al fin. Pero los espejismos abundan en el desierto. Al Tri se le acabó el aire y, en ello, Miles Robinson se asomó al gol con un testarazo de delantero centro puro. Talavera se quedó atornillado. Y México, petrificado. Las dudas asaltarán ya al proceso de Martino en el peor momento posible. Porque Estados Unidos, campeón de la Copa Oro, ha recuperado la paternidad.
Source: mexico.as.com