En el tenis hay victorias que son transformadoras, que traen un cambio brutal de panorama. Es el caso de la que consiguió este domingo en Wimbledon Carlos Alcaraz ante Novak Djokovic, el hombre de los 23 títulos de Grand Slam, siete veces campeón del torneo británico, que llevaba diez años sin perder en la Pista Central (45 victorias desde la final contra Andy Murray en 2013) y seis sin caer eliminado (34 triunfos desde la derrota en la Pista 1 contra Tomás Berdych en 2017). Contra esa montaña de 36 años luchaba el español de 20 y la escaló en un partidazo para el recuerdo: 1-6, 7-6 (6), 6-1, 3-6 y 6-4 en 4h42. “El mundo entero está con vosotros”, le decía antes del encuentro un periodista australiano al cronista de AS y al compañero de El País, Alejandro Ciriza. Los medios y los aficionados querían un relevo que se aguardaba en París y llegó en el lugar más inesperado. Ahora, se escapa a la imaginación lo que puede llegar a conseguir Alcaraz sobre la hierba del All England Club después de vencer a un oponente que no había caído nunca en Wimbledon tras ganar el primer set.
Novak, un gigante que no pudo contener las lágrimas al hablar de su hijo, que le observaba sonriente en la entrega de trofeos, solo había cedido tres veces su saque en todo el torneo y Alcaraz le hizo cinco quiebres en la última ronda para coronarse por primera vez en el sancta sanctórum del deporte de la raqueta, el lugar donde todo tenista sueña con triunfar y en el que se encumbraron los más grandes: Laver, Emerson, Borg, Connors, McEnroe, Becker, Edberg, Sampras, Federer, Murray, Nadal y el propio Djokovic, entre otros. En cuanto a los españoles, se une a la lista de ganadores que encabeza Rafa y en la que están también Santana, Conchita Martínez y Garbiñe Muguruza. Y es el sexto de la Armada que conquista más de un Slam, junto con Nadal (22), Santana (4), Arantxa Sánchez Vicario (4), Bruguera (2) y Muguruza (2). De una manera asombrosa, Sir Carlos ganó su segundo major, tras el US Open 2022, y eso le permite, además, retener el número uno mundial una semana más (este lunes iniciará la 29ª) por delante del balcánico. Su nombre está ya grabado en el mítico panel verde de los campeones, justo debajo del de Novak.
El desempeño de Djokovic en el primer set fue sencillamente impresionante. Después de 30-40 que tuvo Alcaraz en el juego inicial, el heptacampeón flotó sobre el tapete de La Catedral. Lo restó todo y salió airoso y con mucha clase de los intercambios largos, aprovechando la potencia de los golpes del murciano par devolverlos sin apenas esfuerzo. Hubo dos o tres puntos maravillosos que cayeron de su lado y, para colmo, fue mejor cerca de la red, el punto fuerte de su rival, y las defensas le entraron guiadas por un impulso divino. La guinda, solo dos errores no forzados. Fue como si el partido de semifinales de Roland Garros continuara. Otro 6-1, como los dos últimos de aquel día.
A estos niveles, era muy complicado que el partido continuara por los mismos derroteros y se igualó. Alcaraz encontró su ritmo, Djokovic no metió muchos primeros servicios y estuvo más flojo con la derecha. Charly le había buscado demasiado el revés, su mejor impacto, y eso cambió también. Fue el primero en adelantarse en el segundo parcial, aunque su break lo contestó de inmediato Nole, después de pedir apoyo al público tras un rally eterno. Las cosas le empezaron a salir mejor al español, coincidiendo con algunas rachas de sol, por fin. De tal manera, que hasta su oponente aplaudió una de sus exquisiteces.
El tenis de ambos alcanzó cotas espectaculares, con Djokovic tirándose al suelo para devolver una bola y ganando más tarde un tanto de locos, y Alcaraz luchando primero contra el desaliento y el enfado, y después sacando muy bien y yéndose con valentía hacia arriba. Es esas, se llegó al desempate que inició con un 3-0 el serbio. Luego se enredó con una mala dejada y otra de Carlitos, en este caso maravillosa, le dio la primera ventaja al de El Palmar, antes de que su oponente se llevara un aviso por demorar un servicio. Sin miedo, Alcaraz presionó, levantó un punto de set y lo ganó con un resto directo contra un segundo saque.
Momento de cambio
Con la mano tras el oído (¿les suena?) escuchó los gritos enardecidos del público y fue a por todas en la tercera manga. La abrió con un quiebre, crecido por la energía que le llegaba desde las gradas y que él fomentaba. El desgaste del segundo set empezó a pasarle factura a Djokovic, que hacía estiramientos con la pierna izquierda, en la que llevaba un tape a la altura del muslo. Y tras un 15-40 que levantó Alcaraz, vino un juego de 26 minutos con siete oportunidades de break para él y que finalmente cayó de su lado. Era lo que le faltaba a Novak, que en otros seis minutos entregó el parcial con signos de abatimiento. En una final de Grand Slam solo le habían endosado un 6-1 Federer y Nadal.
Después se marchó al vestuario (ni cotizaba que lo haría) y fue recibido a su vuelta con algunos abucheos. La situación para él era similar a la que vivió en la final del Open de Australia 2020, cuando le remontó un 2-1 a Dominic Thiem después de ganar el primer set. Pero en aquella ocasión la diferencia de edad era menor (seis). Los 16 años de más parecían pesarle como una losa a Djokovic ante un chaval pletórico y libre de tensión, cada vez más seguro y determinado, pegándole a la bola como un animal. No se pierden su derechazo en para el 30-15 en el cuarto juego del último set. Iba lanzado hacia la hazaña. Sin embargo, de la grandeza de un fuera de serie siempre puede esperarse una última vuelta de tuerca, y Nole la dio. Encontró un resquicio en el rocoso juego de su contrincante, un momento de debilidad, y lo aprovechó para forzar el quinto sets con dos roturas.
El inicio del último acto fue glorioso. Los dos titanes lo dieron todo, defendieron con uñas y dientes su posición. Sin reservas, con todo lo que tenían ante un público eufórico. Golpeó primero en esta traca final Alcaraz, para ponerse con un 3-1 muy esperanzador. La situación irritó tanto a Djokovic que le dio un raquetazo a uno de los postes de la red y se hizo daño en la muñeca. Nada serio, pos suerte. Poco antes había tirado por la borda una bola de set por un mal remate, la suerte que peor ha ejecutado durante toda su carrera. Hasta el final, Carlitos aguantó con aplomo los nervios tremendos que debía estar pasando, sobre todo en su último saque. El primer punto lo perdió al errar una dejada, el segundo lo ganó con un globo. Después acertó con una volea de revés, antes de que Novak le superara con una derecha paralela. Y un saque potente y preciso le dio la opción de ganar el partido. No la desaprovechó, lo cerró con un misil de drive para dar un paso de gigante en la que puede ser una trayectoria legendaria, y quien sabe si también decisivo en la historia del tenis.
Source: as.com