Aaron Rodgers es el nuevo y verdadero “héroe americano”. “The true american hero”. Así lo describen miles en las redes. Es el actual “Jugador más valioso” de la Liga más millonaria del deporte mundial, la NFL del fútbol americano. Es el eterno “mariscal de campo” de Green Bay Packers, equipo histórico, que estuvo a un paso del último Super Bowl y tiene ahora un gran inicio de temporada. Su salario anual supera los 33 millones de dólares. Tanta fama lo cotizó para animar “Jeopardy!”, un popular programa de preguntas y respuestas. Aparece todos los días en comerciales de la TV.
Rodgers se arrodilló como Colin Kaepernick, toca la guitarra y tiene sello discográfico propio. Pero la buena onda cambió. Rodgers dio positivo de Covid 19. Y su actitud es hoy compleja para un país al que le sobran vacunas pero le faltan vacunados y que inicia esta semana una esperada campaña de vacunación entre los niños. ¿Qué hacer cuando el gran ídolo deportivo abandona la “corrección política” y enreda el debate social?
El caso más famoso era el del jugador de baloncesto Kyrie Irving, de los Brooklyn Nets, el equipo de Steve Nash que tiene además a James Harden y Kevin Durant, y es uno de los candidatos para ganar la NBA. Irving rechaza el requisito de Nueva York de vacunarse para poder ingresar a un gimnasio bajo techo. No jugó siquiera un minuto esta temporada. Dice que está “protegido por Dios”. Está perdiendo cerca de dos millones de dólares por partido. Perderá cerca de veinte millones, la mitad de su salario anual. “No se trata de dinero, sino solo de la libertad de lo que quiero hacer”, dijo Irving.
La franquicia aclaró que, “por respeto a la unidad y al sacrificio del resto del equipo”, Irving tampoco jugará como visitante hasta que no se vacune. Peor le fue a Nick Rolovich, entrenador universitario de fútbol americano. El Estado de Washington (no confundir con Washington DC) obligó a vacunarse a todos sus empleados. Rolovich era el mejor pago. Tres millones de dólares al año. Invocó su religión católica para rechazar la vacuna. Le respondieron que el Vaticano aprobó las vacunas autorizadas y fue despedido.
Kelly Slater, también estadounidense, es gran estrella del surf mundial. Maestro en las grandes olas australianas. No quiere vacunarse. Dijo que si le sucedía algo era responsabilidad suya y se declaró convencido de que él sabía más que “el noventa y nueve por ciento de los médicos”.
Australia, uno de los países más duros en materia de controles, no prevé excepciones para Slater y, según parece, para ninguna de las estrellas deportivas extranjeras que compitan en su tierra. “ No creo que ningún tenista, golfista o piloto de Fórmula Uno (no vacunado) obtenga una visa para entrar a este país ”, avisó Daniel Andrews, primer ministro del Estado de Victoria (muchos comienzan a mirar ya a Novak Djokovic y al próximo Abierto de Australia). Las principales ligas del deporte australiano obligaron a sus jugadores a vacunarse. Casi todos lo hicieron.
La Serie A italiana habla de un 98 por ciento de futbolistas vacunados. La Bundesliga 94 por ciento (igual que la NFL). En Inglaterra, la Premier rechazó rumores de que no llegaba al 50 por ciento y aclaró que el 68 por ciento de sus jugadores tiene las dos dosis. “Los futbolistas”, opinó Gareth Southgate, seleccionador de Inglaterra, “parecen ser más susceptibles a las redes sociales, donde tal vez abundan muchas de esas teorías conspirativas”.
Southgate, que participó de un video provacunas, admitió que se hace difícil debatir cuando, como le sucedió a él, se sufren luego crueles ataques en las redes. “¿Por qué los jugadores dudan de la ciencia si la ciencia cura sus rodillas, cuida su preparación y construye los estadios donde juegan?”, se preguntó el periodista Max Rushden en The Guardian. Jurgen Klopp afirmó que se vacunó no solo por él mismo, sino también por quienes lo rodean. Y recordó que, entre tantas, también hay limitaciones para beber alcohol y conducir. Y que jamás entendió que eso recortara sus libertades.
En Estados Unidos, un tribunal, conformado por jueces designados por republicanos, frenó la medida del presidente Joe Biden que obligaba a vacunaciones masivas de trabajadores de empresas privadas. El país suma más de 750 mil muertes. Hoy, la diferencia entre muertos no vacunados y vacunados es de once a uno. The New York Times informó que los condados pro-Trump, con mayor resistencia a la vacuna, triplican hoy las muertes respecto de los pro-Biden. Y que un punto clave es la “desinformación”.
Acusado de violar los protocolos de la NFL, y de mentir sobre su estado de vacunación, Rodgers, que ya comenzó a perder patrocinadores, se defiende hablando de “vacunas dudosas”, ivermectina y esterilidad. Hasta invocó a Martin Luther King y “la obligación moral de luchar” ante reglas “injustas”. Ganó ovaciones en las redes. Rodgers contó también que su fuente es Joe Rogan, un ex comediante y comentarista de lucha libre, hoy famoso podcaster, que hace unos meses afirmó que los jóvenes con buena salud no tenían necesidad de vacunarse. “Estaría bien si solo te preocupas por tí mismo y no por los demás”, le respondió Anthony Fauci, médico líder en la lucha contra la pandemia en Estados Unidos. “No soy una fuente de información respetada”, se disculpó Rogan, podcaster, autoridad científica del nuevo héroe americano.