Un hombre latino condenado a muerte por asesinato y que mantuvo una pelea legal por sus derechos religiosos fue ejecutado en Texas este miércoles.
John Henry Ramírez, de 38 años, fue ejecutado mediante inyección letal en la prisión estatal de Huntsville, según confirmó un portavoz del Departamento de Justicia Penal de Texas a los medios.
Ramírez fue declarado muerto a las 18:41 pm (23:41 GMT).
Sus últimas palabras estuvieron dedicadas a la familia de su víctima, Pablo Castro, y a la suya propia, incluidos su esposa y su hijo.
El hombre estuvo acompañado por su consejero espiritual, que rezó en voz alta y le colocó las manos encima.
El crimen
En 2004, cuando tenía 20 años, Ramírez apuñaló de muerte durante un robo a Pablo Castro, el empleado de un almacén de Corpus Christi, en el sur de Texas.
La intención de Ramírez y las dos mujeres que lo acompañaban era conseguir dinero con el que comprar drogas.
Según los documentos del juicio, cuando se encontraron con Castro, de 46 años de edad, padre de nueve hijos y abuelo de 14 nietos, Ramírez le asestó al menos 29 puñaladas.
Ramírez y sus cómplices huyeron del lugar llevándose US$1,25, que era lo único que tenía Castro.
Más tarde, Ramírez y las dos mujeres llevaron a cabo otro robo y estaban a punto de cometer un tercero cuando la policía los localizó.
Las mujeres fueron arrestadas, pero Ramírez escapó a México donde logró evadir a las autoridades por más de tres años hasta que lo capturaron cerca de la frontera en febrero de 2008.
Ramírez fue sentenciado a muerte un año después.
Batalla legal
El caso de Ramírez alcanzó notoriedad a nivel nacional cuando el preso apeló a la Corte Suprema de EE.UU. para que se permitiera que Dana Moore, el pastor de su iglesia bautista, estuviera presente en la sala de ejecución, y orara en voz alta y lo tocara durante el proceso.
La Corte emitió una orden de aplazamiento de última hora en septiembre de 2021 para estudiar su caso.
Las autoridades penitenciarias de Texas permiten que un consejero espiritual esté en la sala durante una ejecución, pero debe estar en silencio y no puede tocar al preso, por cuestiones de seguridad.
El pasado marzo, la Corte Suprema falló a favor de Ramírez por 8 votos a 1.
La Corte rara vez interviene para detener ejecuciones, pero lo ha hecho en casos recientes en los que los presos han alegado que se les estaba negando el acceso a consejeros espirituales.
En 2018, el tribunal rechazó la petición de aplazamiento de un preso musulmán que pidió que un imán estuviera a su lado durante su ejecución.
Unas semanas después, tras una oleada de protestas, se le concedió la suspensión a un preso que quería que un consejero espiritual budista lo acompañara en la cámara de ejecución.
Varios estados prohíben la presencia de cualquier consejero espiritual, sin importar el credo, pero la Corte estableció el año pasado que los estados no pueden vetarlos por completo.
La ejecución de Ramírez se llevó a cabo este miércoles a pesar de las objeciones del fiscal de distrito del condado de Nueces, Mark González, que se opone a la pena de muerte.