En mi familia tenemos una divertida tradición anual. Y es que durante la cena navideña cada uno de nosotros tiene que exponer su resolución de Año Nuevo.
Mi hermana Liza fue la primera en compartir: “Este año voy a aprender francés” aseguró con un aire sofisticado mientras imitaba un acento extranjero. Luego mi hermano Héctor creó caos en la mesa cuando confesó algo que nadie imaginaba: “llevo tiempo fumando y he decidido que voy a dejar este vicio”.
Mi padre, quien tiene unas libritas de más, expresó jocosamente: “llevo años ganando peso y acabo de decidir que voy a continuar este vicio”. Todos nos carcajeamos y, antes de que mis otros hermanos pudieran continuar, el novio de mi hermana en tono burlesco dijo: “los propósitos de año nuevo nadie los cumple y siempre quedan en el olvido”.
Rapidamente pensé: ¿acaso insinua que esta tradición familiar es una pérdida de tiempo?
Aunque me incomodó oirlo, lamentablemente tengo que aceptar que mi cuñado está en lo correcto. La realidad es que sólo una de cada 10 personas logra cumplir sus propósitos de Año Nuevo. Por eso, al final de la noche, mientras saboreábamos el arroz con leche que hizo mi mamá, aconsejé a todos lo siguiente:
1) Una meta a la vez- No digas: “este año voy salir de mis deudas, voy a comer saludablemente, voy conseguir un mejor empleo y ¡voy a viajar a la China!” Es un reto cumplir con un solo propósito, ¿por qué colmarte con cuatro o cinco? Escoge el asunto que más te afecte y enfócate en eso. Intentar tantas cosas simultáneamente puede obligarte a fracasar en todas.
2) Sé razonable- ¡No exageres! En vez de decir: “Voy a perder 80 libras”, mejor pon una meta más fácil, como bajar únicamente 20 libras. Una vez lo cumplas, te sentirás más motivado y confiado para trazar una meta más grande.